5 de marzo de 2012

UN MAL DÍA

Un mal día puede tenerlo cualquiera, eso pienso hoy, mientras llueve sin ganas.

Ayer era un día de travesía normal, incluso bueno diría yo. Una ruta ingeniosa, saliendo de Panticosa y llegando a Sallent, un día aceptable tirando a bueno, muchos amigos y poca nieve.
Un largo porteo que se lleva bastante bien, me aleja de unos amigos por delante, y de otros por detrás. A los de delante les veo, pero no les oigo; a los de detrás, ni lo uno ni lo otro. Y uno pudiere pensar ¿Y por qué no te paras y esperas? Pues porque todos tenemos el demonio del esfuerzo (y el egoísmo) en la orejilla, que nos dice "venga, dale duro que pillas a los de delante". Pero no es así, porque no estás tan fuerte como ellos, y entonces empiezas una lucha absurda, hasta que toca poner esquís y nos agrupamos.
La nieve dura siempre me ha superado, subiendo y bajando. Me hace diminuta y torpe; y a mi, ese papel me va, me envuelve y me lo creo tanto que me convierto en mi personaje. Enseguida pongo cuchillas y casco, pero sigo torpe, y de paso muy lenta. Y todavía disminuyo más. El diablillo que habita en mi oreja se me ríe, me señala al resto del grupo allí arriba, sin poner cuchillas, y se mofa de mis sudores fríos por un poco de nieve dura, ni siquiera hielo. Y yo le hago caso y me desconcentro más aún, hasta el punto de desear volverme. Pero no vuelvo.

Hasta el collado la cosa va mejor, menos torpe pero sin encontrar la confianza. Y el día se hace de blanco y negro, se llena de grises...Donde todos flanquean con soltura yo voy con crampones y piolet. Mi diablillo me hace la zancadilla, por miedosa y torpe, se aburría ya en la oreja...caigo con las rodillas en las piedras, a ver si aprendo…
Pongo esquís de nuevo para subir al último collado, y allí el viento se lleva muchos de mis pensamientos. Hay que bajar un tramo con crampones, salvo los expertos que bajan con esquís (el experto, vaya). Ahí me muevo bien, el diablín se calla de una vez, pero en cuanto nos ponemos los esquís para seguir barranco abajo, reaparece el maldito, y no para de reírse en todo el rato. No puedo ni bajar, ni posición ni nada, ni la cuña me sale por esas palas heladas, que sólo me atrevo a derrapar. Siento tanta vergüenza por mi debilidad y torpeza que quiero desaparecer. El diablo se ha cansado de mi, al ver que no reacciono ya, y me ha dejado sola...

Una vez nos quitamos los esquís, y cogemos ya la senda con Sallent al fondo, respiro un poco aliviada, aunque el reloj martillea mi cogote, y no quiero más que llegar a tiempo a trabajar.

Lo siento amigos, siento el mal día.

11 comentarios:

  1. Ayysss, Blanquita, Blanquita...

    Quién no ha tenido un mal día.

    Un día de esos en los que no te sale ni la vuelta maría, ni un giro decente. Que uno esquía tan agarrotado que ni se acuerda de todo lo que Miguel Angel Campos tan bien nos enseñó el invierno pasado.
    Días en que uno es siempre el último en las transiciones y luego ni puedes coger al grupo, que parece que sube tan campante.
    Así es a veces la vida. Tiene sus días, como los tiene el invierno y la primavera.
    Unos días nos vienen de cara, triunfales. Nos llenan de vitalidad. Nos suben la autestima y nos hacen sonreír al sol constantemente.
    Otros días (los malos días) nos roban la confianza en uno mismo. Nos la dejan a la altura del barro. Nos recuerda nuestras debilidades.
    Tu mal día ya pasó. Ahora vienen mejores. Días buenos. Días en que volverás a ver tus puntos fuertes, que tienes tantísimos que no cabrían en estas líneas...
    Días de sonrisas y con buena compañía. La compañía, que a la postre es lo que uno más agradece en esos días no tan buenos.
    Gracias por tu sinceridad.
    Muaaa!
    Jorge

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  2. Hola Blanca, sin conocerte de nada me identifico contigo plenamente. Se lo que es sentir miedo en actividades de montaña que puedan escapar a nuestra confianza, a nuestra manera de desenvolvernos en ese medio que tanto nos atrae, esa sensación de ir muy por detrás de los demás, ya no en el fondo físico, sino fundamentalemente en la técnica y la falta de autoconfianza.
    Pero sabemos que reiteradamente seguiremos saliendo, una y otra vez, días muy buenos en los que olvidas por completo los malos, y días muy malos en los que piensas una y otra vez : "¿ que necesidad tengo yo de estar metida en esta situación"?. He reflexionado mucho acerca de todo esto, a lo largo de los años, y como disfruto plenamente en la montaña estival, pienso que lo que nos lleva a meternos en situaciones como la que describes en la montaña invernal es sobre todo el querer estar con nuestros amigos, en compartir con ellos esas vivencias , más que en realizar esa actividad de esqui de montaña en si misma.
    Estoy hablando en presente y debería hacerlo en pasado ya que no practico esqui de travesía desde hace varios años, cuando a consecuencia de una mala caida en nieve dura sufrí una lesión en una pierna, que no me permite realizar las actividades que realizaba anteriormente.
    Creo que esta retirada más o menos obligada, me ha permitido liberarme totalmente de ese estres, esa desazón que me sobrevenía cada vez que se planteaba una excursión por nieve dura. Y es cierto que no disfruto de esos momentos únicos al realizar las excursiones con los amigos que quieres, que echas eso terriblemente de menos, pero mirando retrospectivamente te puedo decir que me compensa totalmente no pasar esos miedos y esas sensaciones negativas que solo conoce el que las pasa.
    En tí está la capacidad de elegir. Ya se que es muy dificil.
    un afectuoso saludo.

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  3. Hola Blanca, yo tampoco te conozco personalmente, pero si sigo con más o menos frecuencia vuestras azañas.
    Tus palabras hoy las hago mías, has descrito perfectamente sensaciones que a menudo me acompañan en mis actividades de montaña. No es problema de fuerza ni creo que de técnica, más bien todo lo contrario, es problema de ese diablo que tu tan bien has descrito.Para mi ese diablo se llama ansiedad y reconozco que es una sensación poco recomendable.
    Agradezco tus líneas, a mi hoy me han ayudado a entender cosas y en el futuro me servirán como antídoto....
    Salud y montañas...

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  4. Hola Blanca!

    Gracias por estas palabras que dejas... verdaderamente describes con una gran exactitud muchos de mis pensamientos y sensaciones de justo hace un par de dias atras! Aunque parezca una tonteria, se agradece saber que hay quien le pasa lo mismo en determinadas situaciones.

    Y gracias a los anonimos que expresan mas de lo mismo. cuando te invade esa sensacion de "que necesidad tengo de estar metida aqui?"... realmente se hace duro ese rato, hasta que coges fuerzas de algun lado y tiras para adelante.

    Lo bueno, es que una vez pasado, nuestra cabeza borra los malos momentos y quedarnos con los buenos, ayuda y mucho!

    Saludos!!!

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  5. Hola Blanca
    Yo os sigo desde hace tiempo y la verdad que siempre ma habeis dado ENVIDIAAAA.........creo que eres mas fuerte de lo que crees, te admiro de veras.
    Dias malos como dicen los demas creo que nos pasan a todos, yo misma y muy lejos de vuestro nivel, pues lo mio es senderismo, a veces tambien he tenido momentos asi pero al final se borra lo malo y ya estoy pensando en lo proximo.
    Seguir asi chicos.

    Un saludo

    MAR

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  6. Un mal día o un mal rato, eso es lo que pinta, son los hechos; la vida misma.
    Pero... echarle culpa a la nieve..., no cabe, claro. Echarle culpa a la propia torpeza o a las propias capacidades es más humano, ayuda y libera, claro, aunque sólo sea temporalmente. La próxima vez, con las mismas condiciones, posiblemente volverá a ser igual; o incluso peor, porque los diablillos predisponen, animan a la ansiedad, fabrican angustia, crean desasosiego, ...
    Pero eso tiene remedio, Blanca, aunque de tí sólo depende hacerte entender. Eso se arregla con buenos compañeros, no basta con buenos amigos (por muy buenos que ellos sean); si quieres grandes objetivos, necesitas buenos colaboradores; personas que puedan oir y ver ese diablillo al que tanto le gusta tu soledad; porque sólo en soledad es fuerte contigo. Bueno, el diablillo también se regodea cuando estás con gente (amigos incluso) en competencia (adversarios callados, son los más comunes).
    Si en esos momentos de intranquilidad tu amigo más experto hubiera estado dos pasos por delante de ti, tú hubieras visto sus mejores movimientos y el resultado en tiempo real; hubieras oido sus consideraciones y te habrías sentido más segura. El principal problema de tu mal día, Blanca, fue la falta de buen horario, el ritmo en el que tener que capear situaciones que precisan de más calma.
    Te puedo asegurar que si hubieras tenido un accidente, mucha gente, y en su caso un juez, seguro, habría encontrado en tu crónica, responsabilidades en tu amigo el experto.
    Francisco Coppa
    Guía de montaña.

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    1. Siento tardar en responder, y siento haber transmitido que mis amigos y compañeros me dejaron sola en algún momento. Sólo estuve entre dos grupos en el porteo inicial. Después estuve continuamente ayudada por mis compañeros. Al subir y al bajar. Todos sin excepción y cada uno en su terreno: Enrique en la pala helada, Jorge en los flanqueos, Miguel Ángel en la bajada, Alfredo en un pequeño destrepe, y Marie Claude estando a mi lado con esa tranquilidad que trasmite. Son muy buenos. Amigos y compañeros. Pero los días en que el diablín está pelmazo...

      Un abrazo,

      Blanca

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    2. Blanca, no has trasmitido que tus amigos te abandonaran, o que no te prestaran atención. Has comunicado cansancio, quizás mucha exigencia, has trasmitido que tenías que ir a trabajar, prisa, un cierto agotamiento físico y mental. Es decir, nada que no nos haya pasado a otros en la montaña incluso rodeados de la gente más maravillosa.
      A veces la ambición propia, o de los que nos rodean, juega esas pasadas...

      Un abrazo

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  7. Qué necesidad tendrá uno de pasar semejantes penurias!

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